EL ITALIANO

Nota del director

El Italiano nació como salvoconducto y como argumento. Salvoconducto para justificar mi nueva vida en Toledo. Y argumento que demostrase mi capacidad de emprender un proyecto, acabarlo y estrenarlo en un corto periodo de tiempo.

Llegué a Toledo forzado por múltiples situaciones familiares y laborales, escenificando mi debilidad en la pugna. Toledo, durante un tiempo, se convirtió en una especie de cárcel donde sólo me permitía relacionarme conmigo mismo, con lo duro que supone empezar a conocerse en un espacio desconocido. Más aún cuando mi vida en la bulliciosa Barelona no era sin un otro, u otros, al lado. Piel con Piel. Barcelona y su gente fueron ecos. Sólo podía convertir ese Toledo tan regio como las piedras de sus muros en fortaleza que tornase mi debilidad.  

Había invertido un dinero que no tenía en la distribución profesional de INSIGHT, encontrando múltiples problemas de selección en diferentes festivales internacionales. El Vengador Verde, que había rodado como ejercicio para hacer equipo en Toledo, se había enquistado en la post producción. Me sentía un fracaso. Necesitaba un proyecto fácil de rodar, que pudiera producir yo mismo y tuviese una clara fecha de entrega. Quería demostrarme que podía dominar la postproducción. El festival online Notodo Film Fest ofrecía la base: corto de poco metraje para exhibirlo y estrenarlo online recién acabada la producción. Sólo me faltaba la historia. 

Una tarde vino a verme a Toledo mi amigo Mateo Navarro. No recuerdo por qué motivo, quizá por el año Greco, colgaban de las fachadas y los muros de la ciudad grandes lonas de fotografías inspiradas en cuadros. Mateo se quedó absorto por una que ondeaba al lado de la Puerta del Sol. «¡Qué chico más guapo!»- me dijo. Cuando supo que ese chico era un modelo fotografiado y no una pintura, dedicó toda la tarde a buscar el autor de la fotografía para llegar al nombre del modelo. En un bar continuamos la conversación: -«¿Sabes que Velázquez sólo pintaba a gente que había conocido? Todos los personajes de sus cuadros vivieron. Existían de verdad. Nosotros vemos mitos representados; pero era gente real. De Roma»- me dijo. También hablamos del caso de quien se enamoró de la Venus de Botticelli e hizo una performance delante de ella en la galería de los Uffizi. Yo, que siempre trabajo con el material que me ofrece mi entorno, y me pierdo con los amores imposibles, tenía la nueva historia; porque «¿qué hay más imposible que la idealización de alguien que no es real?». Gracias, Mateo. 

Ese mismo fin de semana escribí la pequeña confesión, con tintes cómicos y muchas referencias culturales, del chico enamorado del personaje de un cuadro de Velázquez. Sólo sabe que es italiano. Le da un nombre: Albano, como Romina y Albano. Y va cada domingo a verle al Prado.

Llamé de nuevo a Joan Carles para que me protagonizara el ensayo. Lo rodamos a tiempo, acabamos a tiempo y estrenamos a tiempo. El 5 de marzo de 2015 ya corría por la red. Viendo su éxito decidí distribuirlo, directamente y sin gastarme dinero, vía online. Hasta la fecha, es el corto que más selecciones oficiales y premios me ha dado. 

En Toledo a 21 de junio de 2020.